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2013 - LAOS - Comentarios

LAOS
2013
24 de diciembre - 14 de enero

VagaMondos en el país de los 1000 y un "Sabaidees",




Bienvenidos a Laos

Luego de nuestro itinerario en las campiñas tailandesas, temíamos que Laos nos recibiera en medio de la agitación del tráfico, del ruido y de la multitud de turistas, como todas las grandes aglomeraciones. 
Sobre todo cuando las fiestas de fin de año suenan ya en todas partes.

Cual será nuestra sorpresa al encontrar Vientián, ciudad capital, en una calma total. 

La metrópoli nos reservaba una estancia de fin de año despejada, bien humorada y tranquila.

Nuestros primeros callejeos por la ribera noreste del Mekong nos hacen sentirnos en una atmosfera relajada y cordial, casi afectuosa. 
Difícil imaginar que la ciudad cuenta con más de 700 mil habitantes. 
De un pie placido, nos dejamos encaminar en ese ambiente ecléctico contrastado de fachadas coloniales y modernas, realzadas por el esplendor de los hermosos templos budistas. 

En las calles y tienditas, intercambiamos Sabaidees (saludo laosiano) entrecruzando miradas tímidas y sonrisas joviales, como si todo el mundo quisiera darnos la bienvenida. 

El tiempo en que Laos perteneció a la Indochina francesa está ya lejos, y si raros son los que hablan en francés, todos acogen y sonríen a los viajeros.

La más pequeña de capital asiática, cuenta con un gran número de templos, particularmente suntuosos, rodeados de extensos patios y jardines donde la creatividad de los monjes adereza el paisaje.

Según el calendario budista, ritmando la vida del pueblo lao, la celebración del nuevo año se realiza en febrero.

Pero en Vientián, todas las conmemoraciones del nuevo año, son la mejor ocasión para organizar la fiesta. 

Así, entre la navidad y el 31 de diciembre, iluminada con destellos y fuentes de mil colores, la noche se vuelve el escenario de la juventud moderna y sedienta de huateque. 
En diferentes lugares de la ciudad, interpretes y grupos musicales desfilan en el escenario, animando las veladas con melodías que nos transportan mágicamente al occidente. 
Definitivamente, la música y la forma de vivirla, ya no tiene fronteras. 
Los jóvenes (y los menos jóvenes), como en cualquier ciudad de Europa, se apelotan zangoloteándose al tempo de las cuerdas, con una beer lao (cerveza local) en la mano.

El tiempo se nos va en callejeos durante el día y en el ambiente musical durante la tarde noche. 
Emotivo y raro a la vez, el compartir momentos en un lugar y con gente que uno sabe que nunca más reencontrará. 
Como en todos los países asiáticos, los grandes proyectos de desarrollo están llegando también a la ribera de Vientián y, tarde o temprano, terminarán por alejar lo que aún se preserva de su autenticidad y su tradición. 
Tal como la nueva moda de 4X4, inexplicablemente más numerosas que las bicicletas.

Pero nuestra expedición laosiana comienza realmente el 2 de enero, por la carretera más importante del país y bajo un calor moderado, avanzaremos hacia el sur. 

El único mapa que pudimos encontrar de la región, nos indica que nuestro camino se une al Mekong pero en realidad, raras serán las ocasiones en las que podremos ver su cauce. 
Durante varios días seguiremos el trazo sin detalle de nuestro mapa, percibiendo algunas imágenes de la vida escueta en los pueblitos y aldeas, separados unos de otros por los inmensos campos y parcelas de tierra y hierba seca, casi en el abandono.


La distancia recorrida oscila según los días, pero nuestro menú permanece invariable: “khao path, please” (mezcla de arroz, huevo y verduras). 

Disuadidos por los vapores de las ratas y otros roedores rostizados a las brazas, por los platos de huevos de hormiga, por la mezcla de pescado molido y también, un poco inquietos por los exiguos medios de conservación de la alimentación en las fondas y mercados (felices los gatos que saben aprovechar), nos contentamos de nuestro “khao path”, en cada comida de cada día. 
Excepto, obviamente, cuando un pescado bien apetitoso se nos pone en frente.

Nuestros pedaleos nos llevan hacia Pak Neum, Pakxan, Pakkains e Hinboun antes de llegar a Thakek; encantadora ciudad de plazas y fachadas coloniales, a la orilla del Mekong, donde pasaremos dos días.
Para escoger un hotel en Laos, hay tomar en cuenta la cercanía (o lejanía) de los bares karaoke. 
¡Lo adivinaron! 
Durante las veladas y hasta en las simples comidas, las laosianas y los laosianos son grandes aficionados al escenario y al micrófono para compartir y abrillantar el momento. 
A la demanda de todos, los bares karaoke se sitúan a proximidad de los hoteles, a veces, en el restaurant del hotel o, mejor aún, en los patios del hotel para que todos y cada uno puedan disfrutar al máximo. 
Es tal vez, gracias los karaokes que hay hoteles.
Nuestras noches de desvelo nos harán comprender que el brío laosiano trepida con las notas del karaoke. 
A partir de entonces habremos también comprendido que, poco importa la localización del hotel escogido, una cita karaoke nos será automáticamente incluida por el mismo precio.
De Thakek a Xepon (más de 200 km), pasando por una multitud de aldeítas y más aldeítas, haciendo paradas en Outaumphon, Phalanxay y M. Phin
Laos nos muestra lo más cansado de nuestro trayecto.
Una carretera en pésimo estado, un viento frio y de frente que, frenándonos, nos acarrea contra la cara, las nubes densas de polvo levantadas por trabajadores, los camiones, los autobuses y los inmensos 4X4. 
En tiempo normal, los ciclistas somos invisibles para muchos de los usuarios de la carretera. 
Pero en condiciones de niebla o de polvo, la situación nos vuelve invisibles para todos.

La sonrisa y el acogimiento de toda la población, será nuestro mejor recuerdo de ese risueño y sencillo país, especialmente los adioses de los niños de las campiñas, que con ojos telescópicos nos espiaban para hacer de nuestro pasaje un caluroso encuentro. Sabaidee (hola y adiós en laosiano), será la única palabra intercambiada durante todos nuestros trayectos, pero la habremos pronunciado muchísimas más veces que los kilómetros que hemos andado.

El 14 de enero, salimos de Laos para entrar a Vietnam por la puerta de Daen Savan. 
Justo antes de encontramos a Josée y Jean Robert, viajeros como nosotros. 
Chismorreando con ellos, nos regalan un mapa detallado de Vietnam, que ya no necesitan más. 
Con este mapa nos acercamos del paralelo N° 17, antigua frontera que durante años separó el norte y el sur del país; luego cruzamos la más famosa de todas las carreteras: Ho Chi Min road, haciendo poco mas de 200 km en total, antes de llegar a Hué, donde estamos desde el 15 de enero. 
Y como el final de una aventura es el inicio de otra, mañana 21 de enero, emprendemos nuestro vuelo hacia el sur Vietnamita. 

Nos vemos  de nuevo en Saigón!!!

Beban calientito para hacer pasar el frio!

Saludos y abrazos, esperando que todos estén en su más bella forma!



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