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2011 - BULGARIA - Comentarios

BULGARIA
2011
22 de septiembre - 15 de octubre

Bulgaria, si quieres decir no, di sí!
Por rara que parezca la cosa, en este país hay que mover la cabeza de arriba hacia abajo para decir no, y de un lado a otro para decir sí!
¡Antes de comprenderlo, hay que atinarlo!
Nuestro recorrido, inicialmente planeado para unos días, se extendió durante semanas. Al entrar por la frontera rumana, Bulgaria puede parecer un encanto (excepto para los que les gustó Rumania). 
Las carreteras están en mal estado, hay muchos perros errantes e incluso gatos, la campaña es casi tan pobre como en Rumania… 
La orilla búlgara del Mar Negro es la única y más concreta diferencia. 
Ahí donde los acantilados se cubren de flores y la vegetación reverdece, ahí donde se divisan las chivas, las ovejas y los niños corriendo en las casitas de los viejos pueblos, el mar, simplemente, fascina!
¡Fin de septiembre, fin de la temporada estival! 

Llegamos justo a tiempo para unas vacaciones en una atmósfera radiante, sin estrés, sin gentío y todo por un mejor precio!
Siguiendo hacia el sur, por la orilla del Mar, visitamos la península de Kavarna y sus vestigios  greco-romanos. 
Luego, avanzando un poco más lejos, nos dejamos aspirar en una pendiente sin fin, a toda marcha entre coches, perros y carretas durante varios minutos, hasta poner pie (sudado, por cierto) en Balchik.
Un pequeño puerto pesquero donde, al anochecer, los barcos se echan a dormir bajo las terrazas de los cafés a la orilla del mar. 
En este recóndito lugarcito, alojados en una hermosa habitación con vista al puerto, nos aprovechamos del buen tiempo y del mar durante una semana. 
¿Qué más pedir?
Nuestras etapas hacia el sur, nos permitieron descubrir algunos pequeños puertos paraíso.
El viejo Nessebar y sus 40 iglesias, 
El antiguo Sozopol (Apolonia en la antigüedad), con su orilla negra y rocosa, sus casas y su puerto de pesca tradicional; 
El autentico puerto de carriles Ahtopol, con sus barcos operados desde la parte superior de un timón de fabricación doméstica! 
¡Vagabundeos en un pintoresco y cálido entorno!
Según las tradiciones búlgaras, un parque de dimensión excepcional forma siempre el corazón de las grandes ciudades. 
Estos singulares edenes, son el lugar favorito de encuentro, de descanso, de paseo, o simplemente de apego por el saber vivir búlgaro... 
Varna
Tanto en Varna, como en Burgas, o en Plovdiv, entre árboles y flores, las esculturas y fuentes de sus parques, cuentan indiscretas el pasado vibrante de esta nación.
Llegados a la frontera sur, tomamos dirección hacia el centro del país. Así dijimos adiós al Mar Negro y adiós también al buen tiempo. 
Bienvenido a Plovdiv, donde la lluvia y el otoño avanzado, nos obligan a abrigarnos lo más posible. 
En el camino, los camiones repartidores de leña son cada vez más numerosos. Desafortunadamente, muchas familias no pueden permitirse este tipo de servicio. Así vemos grupos de personas recogiendo ramas en los bosques para poder pasar el invierno. 
Y muchos son los que viven de un insignificante comercio, o que buscan en la basura con qué pagarse la vida. 
Pero hay un grupo de animales que goza de ciertos privilegios en este país. Son los perros y los gatos. Se les ve por docenas en la calle. Son de todos y de nadie, viven afuera, pero no les falte nada, todo el mundo los quiere, todo el mundo ve por ellos. Siempre tienen de comer y de beber y sobre todo, son el blanco de afecto de la población! 
¿Cómo crees? 
¡Al revés, pero así es!
Después de un escueto régimen rumano, una degustación de la buena cocina búlgara. 
Variada, completa y no muy cara. 
Así pudimos saborear de todas sus ricas verduras, sobre todo berenjenas, unos deliciosos platos de pescado y, por supuesto, el yogurt, delicioso yogurt! ! Y, en nuestro camino: fruta fresca, membrillos, ciruelas, higos, mhhh, mi fruta favorita... basta con recogerla.

Grecia será nuestra próxima travesía. 
Pero antes, las montañas Ródope.

Nuestro pasaje obligado a través de estas montañas nos hizo reflexionar sobre cuánto, el espíritu es capaz de maravillarse con la luz de un paisaje desde las alturas y, hasta qué punto, el cuerpo es, irremediablemente, vulnerable a las terribles bajas temperaturas. 
Las cimas cubiertas de nieve nos invitaron a alejarnos lo más rápidamente posible. 

Actualmente nos encontramos en Grecia. 
Y aunque a lo largo del mar Egeo no nieva, el frío se instala poco a poco. 
Todo nos hace pensar que nuestra travesía greca no será una larga travesía…

La tarde, en Varna

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