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2011 - RUMANIA - Comentarios

RUMANIA
2011
03 de septiembre - 22 de septiembre

Rumania o La Ruda manía: Una ruta de 1000 kilómetros hacia el Mar Negro
La travesía de un paisaje paradójico
En el sur del país, donde la vida avanza a la velocidad de las carretas y donde para obtener agua hay que ir hasta el pozo, es como estar en el siglo pasado a excepción que los celulares y hasta internet están por todas partes.
¡Qué inconcebible contraste! 
Pero en Rumania todo es contraste: el sol, la abertura, la disponibilidad y la generosidad, marcan el carácter de la población tanto como el polvo, la invasión de las malas hierbas, las construcciones nunca terminadas y ya destruidas, la basura por doquier, los perros errantes y los que se quedan aplastados en el pavimento hasta hacer parte de él… todo hace pensar en un país de abandono, de renunciación… 

Rumania o “el reino de la dejadez”.
Nunca pedaleamos más rápido. 
Pasando entre pueblos y ciudades, relativamente cerca unos de otros, pudimos ver que del oeste al este, salvo raras excepciones, el cuadro es prácticamente el mismo en la región sur del país. 
En cada pueblo hileras de casas tradicionales, misma disposición, misma dimensión del terreno, mismo letargo, misma indolencia… 
Los niños siempre en la calles. 
Contentos de vernos pasar, corrían para alcanzarnos y de ser posible, tocarnos. Algunas veces de forma un poco peligrosa. 
Los hombres casi siempre en las terrazas de los bares mientras que las mujeres discuten entre ellas sentadas en los bancos a las afueras de las casas. 
A esto hay que agregar las abuelas. La cabeza siempre cubierta con su pañoleta. Hay qué verlas por ahí desplazando carretas llenas de paja. Como si no tuvieran suficiente con la carga de sus propios años. 
A nuestro pasaje, esta calma aparente se rompe en gritos, en señales de manos, los grandes como los chicos, solitarios y agrupados, todo es bueno para expresar su asombro ante este par de viajeros con tan extravagantes bicicletas.
¿Cómo resistirse a tal festejo? ¡Qué gracia! 
Mejor reír que llorar.
El servicio de agua entubada no hace parte del desarrollo de esta región de Rumania y para las primeras necesidades la gente acude a los pozos. Los hay en todos los pueblos, a lo largo de la calle principal. 
Cada 200 m hay uno pero la lacerada fachada nos deja imaginar el contenido. 
Razón por la que optamos consumir agua de botella.
Se puede comprar agua de botella, como también se pueden comprar 200 g de arroz o de galletas, en todas las tienditas hay bebidas frescas, atún en lata, helados mal congelados, pan industrial, nescafé, queso local y ahí termina la diversidad alimenticia. 
Habrá que conformarse con ese menú y si acaso usted decide ir a un restaurante, no se contraríe si su pizza tiene sardina en lugar de atún o si su espagueti a la boloñesa está hecho con salsa cátsup!!!! 
En el desayuno del hotel, la astucia es llevar nescafé en el bolsillo y pedir únicamente “apa calda” (agua caliente) en lugar de café. De esta forma usted evitará la taza de café tradicional cuya mitad está constituida por espesos asientos.
Entre dos pueblos, nuestra ruta. 
Algunas veces tranquila, otras no, algunas veces con hoyos pequeños otras con hoyos grandes. 
Pedaleando rebasamos  las carretas que desbordan de maíz o de uvas, también los que van a pie por el camino de asfalto, rodeando, como nosotros, los perros, para no despertarlos. 
Mira, ahí va otra carreta y un pastor con su 231 ovejas, alla, en aquella frente a aquella casa una señora cuida sus guajolotes ...
Y entre dos pueblos también está el paisaje y he aquí el mejor regalo, el único regalo que Rumania tiene para el turismo. 
Y, hay que admitirlo, fue un regalo que nos hechizó. 
Los Montes Cárpatos a la izquierda, los Montes Balcanes a la derecha, y nosotros en medio, a la orilla del Danubio. 
Mezcla de luz y sombra, juego de relieves que serpentean caprichosamente, en esta atmosfera de aire puro, lejos del polvo, en esta puerta donde el horizonte se abre sólo para nosotros, encontramos de nuevo nuestro placer de avanzar. 

Avanzar hacia el Mar Negro.
Llegada a Constanta
Era de esperarse. 
Una ciudad que nos hace pensar que en Rumania la prioridad no está en la estética ni en la limpieza ni en la seguridad. En realidad, es imposible saber dónde está la verdadera preocupación de los rumanos. Nada aquí nos deja pensar que desean salir adelante.
Las personas que encontramos y las que nos hospedaron (rumanos expatriados que viven y trabajan en España) se expresan sin orgullo por su país.
En el sur de Constanta: Neptuno, Olimpo, Júpiter, Aurora, Venus, Saturno, designan las villas  turísticas concebidas para el esplendor rumano en el sueño de Ceausescu. 
Actualmente se encuentran tan sucias, degradadas, aviejadas como todo lo demás. Durante nuestro pasaje, a mediados de septiembre, inspiraban verdaderos pueblos fantasma.
En las orillas de la carretera que une estas villas, algunas veces observamos chicas, chicas que esperan. 
Que esperan ¿Qué? No lo sabemos. 
Pero lo imaginamos.
Nadie podrá nunca ayudar a un pueblo, ni siquiera a una sola persona que no busque su propia evolución. 
Rumania es como es y que cada turista se adapte si desea una parte de pastel. 
A nosostros nos tocó una de paisaje y generosidad!!!

Buena suerte y mucho ánimo a la nueva Europa!!!




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