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2014 BOLIVIA

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Del salar de Uyuni al lago Titicaca
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 2014
del 10 al 29 de marzo

Vidéo 1 : los ciclotouristas Franceces - Circo Cyclo :  Ver la video

Vidéo 2 : nuestra ruta en Bolivia : Ver la video



En las alturas y misterios del Altiplano Boliviano

Nuestro horizonte es un desierto y la pista de terracería que la atraviesa está lejos de ser plana.

Vamos por el camino que va de Calama (frontera del norte de Chile) hacia Uyuni (sur de Bolivia). Felizmente vamos en bus, el trayecto en bicicleta nos hubiera hecho tragar kilos de polvo y batallar durante días (o semanas) para hidratarnos y alimentarnos.

Además, a finales de marzo nos espera la familia en Lima, Perú. Sólo contamos con dos semanas para entrever Bolivia. Así que tenemos que acelerar. (¡Se dice fácil!).

Nuestro bus chileno no es muy confortable que digamos pero el verdadero problema es que no lleva baño. Luego de cuatro horas de un trayecto pausado por algunos “pipistop”, viene el turno de Gema que solicita, por derecho, su parada. Inoportunamente, el bus se para justo cuando un grupo de personas iban pasando. Cuando Gema, apresurada como iba, vio a los pasantes, les hizo señas de voltearse. Ellos, creyendo que Gema saludaba, respondieron con un caluroso saludo, pero sin voltearse. El chofer comienza a impacientarse, Gema siente subir la tensión.

¿El pudor o la vida?
Algunas veces no hay tiempo de hacerse la pregunta...

Así salimos de Chile para entrar en Bolivia.

De pronto, todavía en pleno desierto, nuestro bus para. La presencia de otro autobús y la fila de pasajeros alrededor de una casuchita de madera nos indican que hemos llegado a la frontera.

Pero ni sueñen, aquí tampoco hay baños.

Con hormigueos en los miembros avanzamos hacia la fila para esperar bajo la sombra del roído vestibulito.

El aire fresco de la montaña nos picotea las narinas pero el cielo, perfectamente despejado en este horizonte abierto a 360°, alienta nuestra espera.

Bienvenidos a Bolivia,
Estado plunrinacional,
Cuatro idiomas oficiales (Quechua, Aimara, Guaraní, Español),
Cuatro formas de interpretar el mundo, mil y una maneras de construir su vida.

Cambio de país, cambio de bus también

La apariencia de nuestro nuevo bus nos deja imaginar que ha efectuado esta rudimentaria travesía por el Altiplano miles de veces y que la conoce como las marcas de sus ruedas (aunque ya casi no tenga);

Así que tratamos de instalarnos con confianza (¿tenemos elección?) por las cinco horas que nos quedan hasta Uyuni.

Uyuni, la hija predilecta de Bolivia

En espacio de unos días dejamos el nivel del mar a Antofagasta, para alcanzar progresivamente los 2400 m de altitud a San Pedro de Atacama.

Uyuni se encuentra a 3600 m. Inevitablemente, el cansancio nos invade.

El mercado de la ciudad tiene todo tipo de remedios, ahí encontraremos algo para calmar nuestra sofocante fatiga.

En esta Tierra, las hojas de coca se ven por montones y se venden por puños, 200 g por 50 céntimos de euro. A la Tierra que fueres haz lo que vieres!!! Hay qué probar.

La mayoría de las personas piensa que todos los países de la América Latina se parecen. Los que se han aventurado a atravesarlos les descubren increíblemente diferentes.

Mientras que Chile y los Chilenos nos evocan la influencia inglesa en su cultura, nuestra exploración en Bolivia nos lleva frecuentemente a pensar en la India (uno de mis países favoritos).

Excepto que en Bolivia los dioses viven en los recursos naturales, las iglesias son poco frecuentadas (generalmente cerradas) y en lugar de vacas, son las vicuñas y las llamas las que decoran el paisaje.

Sin lugar a dudas la Región de Uyuni es una de las más visitadas de América del Sur.

Unas cuantas calles pavimentadas, una callejuela peatonal con algunos jardines públicos, un altanero reloj y el mercado, es todo lo que hay en la ciudad que recibe algunos 100 000 viajeros y turistas de todo el planeta, cada año.

En la calle, cada 100 metros cruzamos un pregonero queriéndonos “enmielar” para que aceptemos “el tour soñado”.



Ninguno de los vendedores nos seduce pero igual terminamos por aceptar porque ¿a quién le alienta pedalear en el lodo y el polvo salado hasta la entrada del salar, tomar la foto y punto final? Tratar de atravesar el salar más grande del Mundo sería una absurda locura.

Así que nos decidimos por una agencia que pretende tener vehículos en excelente estado (prioritariamente buenas ruedas y cinturones de seguridad).

El contrato ha sido firmado.

¡Nuestra exploración será total!

Es así como uno aprende que en América Latina, cuando se fija una hora hay que contar por lo menos tres horas de espera, cuando alguien dice mañana, en realidad tomará una semana, cuando alguien asegura que está en “buen estado”, en realidad no funciona y cuando algo se pretende “excelente”, más vale sospechar un fraude...

Con Dugie, un joven ingles, Kaori, Ayuni y Ryo, tres jóvenes japoneses y Bernardo, el chofer salimos de la ciudad, con varias horas de retardo en un 4X4 que no pertenecia a nuestra agencia: sin cinturones y además con el cofre y una ventana que no cierran completamente.


En espacio de tres días recorrimos más de 1000 km de increíbles paisajes.

¿Cómo llamar de otra manera a la capa de sal más gruesa y extensa del mundo, al tono azul, rojo y verde de sus lagunas pobladas de flamencos, a sus volcanes salpicados de llamas, a sus relieves caprichosos bajo el sol matinal, a sus aguas termales, a sus géiseres…?


Un desierto de relieves y contrastes, así te atrapa el Altiplano Boliviano.

Cada día Bernardo pasa más de ocho horas en el volante, nos prepara la comida y nos da algunas informaciones sobre el camino.

Todos estamos a su cargo.

Para soportar la fatiga cómprate con nosotros su campirana música y cada dos horas, lo vemos llenarse la boca con sus hojas de coca y cenizas.

Lo desagradable de nuestro tour llega con el último día de excursión, cuando nos decidimos (los seis viajeros) a recorrer juntos nuestras agencias respectivas para reclamar un desagravio por los kilos de polvo que nos cubren (a nosotros y nuestras cosas) y por los vapores de gasolina que respiramos durante el viaje.


Un “affaire” de orden internacional que se concluyó (afortunadamente) con la obtención del 25% de reembolso.
Gracias a una negociación tensa y difícil realizada por el abogado designado por todo el grupo: Yo. Única persona que hablaba español.

Este fallo a favor, le trajo complicidad y amistad a nuestra despedida.

La organización de la salida y llegada del tren a Oruro, son de las mejores que conocemos.
A la salida de Uyuni, las maletas y bultos se registran y, llegado el momento, el personal las acomoda en un vagón especial.
A la llegada a Oruro, los empleados bajan el equipaje del tren y lo encierran entre barreras.
Toma un poco de tiempo canjear su ticket contra sus pertenencias pero viajar seguridad cuenta mucho cuando se viaja con tanta chiva, como nosotros (2 bicis y 10 maletas entre los dos).

Buscando un alojamiento en Oruro, encontramos a una familia fuera de lo común: Cécile y Jérôme los papás y Macéo, Jasmine y Yanis, los hijos.

Una familia de francesa que viaja en bicicleta.

Hacia las 9 de la mañana se preparan para dejar la ciudad, su nuevo destino: La Paz.

Pero antes de partir, tienen previsto “instalarse” cerca del mercado para presentar, por última vez, su pequeño espectáculo de circo.

Al cual estamos cordialmente invitados.

Desde enero 2014 la familia surquea por Sudamérica tanto en bici tanto en bus.

Sin pretensión, nos dice Cécile, presentan una o varias sesiones de circo en cada etapa.

Hay que ver como se aglomeran los bolivianos alrededor de esta familia francesa que trata de ingeniarse un ambiente gracioso para hacerlos reír; y ellos ríen y se cuestionan al mismo tiempo.

“Hay que ayudar a los gringuitos”, grita alguien y justo después se oye la algarabía de aplausos y monedas.


Después de su presentación, irán a almorzar con uno de los vecinos. Ni pensar que los niños tomen la carretera sin comer. Sus manos y sus labios sufren de las llagas del frio y la fatiga de la altitud, como los nuestros.

A la pregunta ¿cómo se las arreglan para la escuela de los chicos? Los padres responden simplemente: este viaje, también es una escuela.

Las mercancías que llegan de toda Bolivia y de muchas partes del mundo hacen de Oruro un fabuloso mercado.

Las mesas, puestos y los tendidos, se extienden hasta por encima de las vías del tren.
Por si las dudas, más vale concluir sus compras antes que la locomotora anuncie su pasaje.

Además de todas las variedades de frutas y verduras (sobre todo de papas), de ropa y todo tipo de accesorios, en todos los mercados de Bolivia habrá siempre una sección llamada “el mercado de las brujas”. Es ahí donde se pueden comprar hierbas y aceites para hacer volver al ser amado, galletitas y dulces para el culto a los muertos o, lo que más llama la atención de los extranjeros: los fetos de llamas secados. Son esenciales para los ritos K’oa, nos dice una señora, protegen casas y negocios. Pachamama o Madre Tierra gobernando el alma este país, puede hasta palparse.

Un tanto místicos otro tanto imaginativos pero sobre todo secretos, no les gusta comadrear a los bolivianos. En compensación del breve verbo, destilan tolerancia, amabilidad y honestidad, en la mayoría de los casos.
Un día, una chica me pidió tres bolivianos en la compra de una botella de agua (algo así como 30 céntimos de euro). Pero para estar segura del precio, llamó a su madre por teléfono. Al colgar me regresó un boliviano que le había pagado de más.

Cada mañana durante el desayuno bebemos la infusión mágica de hojitas de coca que nos ayudan a paliar los efectos de la altitud; pesar de ello, nuestro cuerpo se achaca un poco más cada día.

No importa hacia donde volteemos, a nuestros ojos vendrán los contrastes naranja y rojos de las plantaciones de quínoa recubriendo los flancos de las montañas.

Vamos sobre la ruta panamericana, tratando de pedalear hacia La Paz, rodeando constantemente las aplanadoras y otras máquinas de las obras.

Cada 10 km, al vernos viajar en bicicleta, los obreros y las obreras de la ruta nos cuentan que nuestra familia francesa pasó ayer.

Con sus vestidos tradicionales, las mujeres bolivianas son muy activas y presentes en los ámbitos más duros de la sociedad (obras de construcción, trabajos de las carreteras, jardines públicos…), lo que nos hace pensar de nuevo a la India.

Y, como si lo duro del trabajo no fuera suficiente, algunas se ejecutan cargando a sus hijitos en la espalda.

Difícil de encontrar una forma más ardua de ganarse la vida (y la libertad) para una mujer.

Nuestro tercer día de ruta nos lleva a la ciudad de Lahuachaca.

Pero la mejor hora de llegar a este lugar es por la mañana, cuando aun hay agua. A nuestra llegada, no hay mas, ni en las casas ni en los hoteles.
Para bañarse hay que caminar 500 m hasta llegar a las duchas públicas donde encontraremos agua limpia y calientita.

De regreso a nuestro hotel nos enteramos que la familia francesa también está en Lahuachaca. Pensábamos ir a dejar nuestras cosas y luego salir a su encuentro antes del anochecer. Pero al llegar a nuestro hotel, un patético escenario nos esperaba: el sacrificio de un becerro justo frente a nuestra habitación.

Con cuchillo en mano, un hombre ayudado por su madre y por su mujer encinta, da muerte y destaza al pobre animal, sin que su sufrimiento parezca importarles.

Hay que haber observado cientos de usanzas de nuestro Mundo para no entrar en choque con tanta sangre y tanto dolor justo delante de uno, en su hotel, a dos pasos de su habitación – como en las de Almodóvar. Una vez reducida en pedazos, la bestia fue transportada hacia la carnicería vecina, propiedad de la misma familia que gestiona nuestro hotel. ¿Me explico?

Afuera ya es de noche, cerremos los ojos, pronto será mañana.

La familia “Circo Cyclo” tomaba su desayuno cuando dimos con su camping. Buenos días amigos, un breve comadreo para no perturbarlos en la preparación matinal y hasta pronto amigos. Henos de nuevo por nuestra ruta, rodeando montañas, montones de tierra, obreros y palas mecánicas. Pero ya no por mucho tiempo más.


El frio, la lluvia, el mal estado de la ruta y la agitación de las obras cada 5 a 10 km terminaron por pulverizar nuestro entusiasmo.

Llegando a Calamarca, tomamos una camioneta taxi para acelerar los últimos 50 km que nos quedaban para llegar a La Paz.

Si en este Mundo, hay una ciudad en donde – por la exageración de sus relieves – las ciclo vías nunca serán una prioridad, es seguramente La Paz, Bolivia, la “grieta” del Altiplano.

Es, justo pasando la ciudad El Alto, cuando en el estomago se empieza a sentir que la topografía se va bruscamente al vacio.

La distancia entre El Alto y La Paz es de aproximadamente 10 km, la altitud que las separa es de 1000 m; la circulación es tan densa que apenas si nuestro taxi puede avanzar, nada como la lentitud para saborear el tremendamente torturado y maravilloso paisaje.

Desde el fondo de la tremenda “grieta”, La Paz se admira como un formidable cráter de paredes hendidas y de fallas en las fallas, como un todo torturado totalmente tapizado de casas.

En el suelo de ese cráter, el extranjero no es sino un insignificante puntito donde se siente un insignificante nada.

De un lado a otro vemos correr a los bolivianos, subiendo y bajando las calles en su tren cotidiano y nosotros ahí, a merced de nuestros ultrajados músculos, sofocándonos con el menor esfuerzo, tolerando el dolor de cabeza y la sangre que, varias veces al día, escapa de nuestra nariz.

Esto sin contar la circulación infernal por las calles estrechas, ruidosas, contaminadas, en interminables obras… como en todas las capitales del mundo.

El frio y la lluvia tampoco nos ayudan pero aun con todo eso, decidimos permanecer durante una semana en la capital más alta del Mundo y tratar de descubrir algunos de sus más preciosos tesoros.

En nuestro mochilón de recuerdos vamos cargando con las más lindas imágenes de la catedral, de todas las placitas repletas de enamorados, de viejitos, de vendedores y palomas, del Mercado Rodríguez y nuestro barrio de San Pedro.

Durante nuestra estancia paceña tuvimos la enorme suerte de ver de cerca nada más y nada menos que a Evo Morales.

Desde hace más de 100 años, cada mes de marzo, Bolivia celebra un desfile tradicional o mejor dicho, una manifestación nacional para reivindicar su derecho de acceso al mar.

Una ocasión para todos los paceños actuales que aprovechan para manifestar su desbordante simpatía a su respetado presidente.

De fin de semana en Copacabana con un coctel de bienvenida: el desfile del mar con fondo “azul Titicaca”.


Pero aquí, además del desfile, la música y la simpatía, también desbordan “Las Paceñas”, la cerveza nacional.

La ciudad es pequeña pero encantadora y los puntos panorámicos lo son aun más, no obstante, hay que decir que Copacabana (y probablemente todas las ciudades a la orilla de este lago) hace parte de esos lugares trasformados para las masas de turistas; vale más preservar las imágenes de sus sueños que las realidades de sus recuerdos.

Esta vez va en serio: nunca más uno de esos rodeítos, a ninguna parte sólo porque todo el mundo dice que es lindo!!!

Luego de más de treinta horas de bus (esta vez con baño), el sábado 29 de marzo, Marco y Anne-Prune vinieron a recibirnos con tremendo abrazo a la ciudad de Lima.

Pronto les contaremos este episodio.

Estamos actualmente en Iquitos, Perú, preparando nuestra expedición en barco para recorrer Brasil por todo el Amazonas y deseando que todos ustedes estén disfrutando de la mejor parte de sus proyectos.

Bendiciones y abrazos para todos


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