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2012 - INDIA - Bombay - Comentarios

INDIA
Bombay
2012
05 de enero - 11 de enero

La INDIA o el mundo de otra manera.........

Hasta esta fecha, nuestro viaje en bicicleta nos había permitido desplazarnos de un país a otro en una despreocupada sucesión de paisajes, culturas, tradiciones, individuos... 
Tomar un vuelo para venir a la India, dará a nuestro éxodo, el brutal efecto de despertar en un espacio totalmente desconocido. Como un cambio de dimensión, o casi.
Medianoche suena en Estambul. 
Cuatro de la mañana tiempo de la India; el rescoldo aprensivo, ese extraño miedo que se opone a la curiosidad natural humana, impidiéndonos avanzar hacia lo desconocido, comienza a instalarse de la parte superior de nuestro estómago. 
Nuestro avión acaba de aterrizar en Bombay.
El nombre de Bombay es de origen portugués: Bom Bahia. 
Pero en 1995, la ciudad fue oficialmente llamada Mumbay aunque para muchos seguirá siendo Bombay.
A Bombay se le conoce también como Bollywood, ciudad auge de la industria cinematográfica india (hindú).
¿Qué nos reserva este país, pueblo de espiritualidad, tierra de grandes aventuras, joya del exotismo puro, del cual se puede escuchar, leer e imaginar todo… y también lo opuesto? 
Estamos, a la vez, impacientes y temerosos de saberlo.
La emoción y otros sentimientos invaden el aire de las filas de la aduana. 
La prudencia nos obliga a quedarnos unos días en Bombay, en lugar de tratar de encontrar un rincón en el aeropuerto para ensamblar nuestras bicicletas y salir de la ciudad. 
Entre las 5 y las 6 am, rumbo al barrio Colaba donde esperamos encontrar un hotel, el taxi, pasándose todos los semáforos en rojo, nos brinda un "prefacio" de la circulación que nos espera. Entre nosotros, intercambio de miradas. En el estomago, nuestro temor aumenta.
Aun no amanece pero en Bombay el ruido y el bullicio animan todos los rincones. 
Los mercados se instalan por toda la orilla de la carretera. Camiones, peatones, coches, carretas, animales, bicicletas, ocupan totalmente el camino como un Todo que se combina y se recombina sin desplazamiento real. 
Detrás del velo denso de polvo, nosotros, tratando de comprender este revoltijo humano en el que cientos de individuos se confunden en una misma impulsión, animados todos por la misma inspiración.
¡sobrevivir!
En la Walton road del famoso barrio europeo Colaba, el Hotel Kishan nos acoge, a nosotros y a nuestras bicicletas, sin retozar por la hora. 
Al instante, un pequeño equipo de "boys", se pone en actividad para descargar del taxi nuestras maletas y las pesadas cajas conteniendo nuestras bicicletas, subiendo e instalando todo en una habitación del tercer piso del hotel. 
El mismo color rosa que viste los templos de la India, ilumina los muros de nuestra nueva y espaciosa habitación. Aquí podremos consolidar nuestras bicicletas y preparar, lo que esperamos que sea Nuestra Agradable Expedición en Tierra India.
A cinco minutos a pie de la playa, la calle de nuestro hotel parece tranquila. La luz rosada de las paredes y el anhelado aislamiento se prestan para una primera evaluación.
¡un respiro por favor! 
Tuvimos un vuelo excelente, todas nuestras pertenencias están intactas, nadie trató de embaucarnos, al contrario, toda la gente mostró amable y disponible para brindarnos ayuda, incluso, en el hotel logramos una pequeña reducción. 
Afuera hace buen tiempo. 
Todo está bien y en orden... 
Faz al develo y la pesadez, nuestro rescoldo aprensivo cede.
La recuperación es rápida cuando Paseo se impone. Aprovecharemos del cálido sol y de nuestro tiempo en la ciudad para realizar el recorrido preferido de los habitantes, caminar, frente al mar, alrededor de la célebre “Gateway of India”, de los ingleses, y del Hotel Taj Mahal, justo a un lado, el hotel más prestigioso de la India. 
Cientos de barcos de todos los colores, lucen contrastando sobre el mar y la costa donde basura y polución degradan el encanto. 
Por lo que preferimos volver la vista hacia a los muelles para admirar el desfile de hermosas mujeres hindúes, resplandecientes en sus saris de llamativos tonos y matices. 
¡Por sí sólo, un majestuoso espectáculo de tradición y elegancia! 
En orillas de la estación Churchgate, caminamos al paso de los dabbawalas -repartidores de comida y preservadores de su casta-, antes de ir a visitar el barrio de Victoria Station, cuya estación de ferrocarril hace parte del  Patrimonio Mundial de la UNESCO. Un fastuoso ejemplo de arquitectura de la India británica.
Pasado el cansancio del viaje, la falta de sueño y el desfase de horarios, y una vez que el ruido permanente, la fuerte circulación, los incesantes cláxones y el polvo comienzan a integrarse en nuestro ánimo, queda el tremendo choque de la miseria, de las familias instaladas en las banquetas, de las jovencitas que nos persiguen insistentemente, con creaturas en los brazos, tal vez sus propios hijos; de los pobres viejos tirados como nada en las calles, algunos casi desnudos e inmóviles, de los mutilados de todo tipo… 
Para la población en general, esto es el pan de cada día. 
Para nosotros, son momentos de escalofriante confrontación.
Luego de tres días de convivencia con estos 20 millones de personas, de las que seguimos sin comprender absolutamente nada, nuestros pasos avanzan con cierta de familiaridad aunque, el simple hecho de cruzar una calle o una avenida, no deja de ser una arriesgada aventura.
En una visita guiada al barrio de los lavanderos, nos enteramos cómo se organiza la vida del grupo de personas que hacen funcionar la lavadora más grande del planeta, Ghat Dhobi. Bajo un cielo de extensos tendederos, entrecruzados cuales hilos de una enorme telaraña, la gente de este barrio trabaja día y noche, en las condiciones más infames, para que cientos de hoteles, restaurantes, fábricas de ropa y otras industrias, puedan prosperar.
Al quinto día, nuestros nuevos anfitriones nos parecen menos extraños. 
Ahora, osamos aventurarnos por ahí, confundiéndonos con todo el mundo y deteniéndonos en cualquier parte para observar cualquier cosa, incluso en los lugares más miserables y desprotegidos, paso obligado para visitar un templo o un monumento. 
La ciudad es enorme, no podremos verlo todo. Organizando una escapada a pie y en taxi, podremos atravesar de un extremo la Malabar Hill, la pequeña punta opuesta a nuestro barrio Colaba, donde podremos visitar el Mani Bhavan, también conocido como la casa de Gandhi y, a pocos pasos de distancia, el Balbunath, el templo más antiguo de Bombay.
Su impresionante arquitectura de estilo rococó, para adorar a uno de tantos Dioses, reposa sobre un portentoso promontorio de basura y de minúsculas y mugrientas habitaciones, tristemente abatidas. 
A nuestro paso, la mirada de la gente nos sigue hacia todas partes. 
Nosotros somos su curiosidad y ellos la nuestra. Pero nuestros karmas no se oponen y en total compatibilidad podemos avanzar, observar, acercarnos, preguntar, sonreír y hasta tomar una foto, libremente y sin miedo! 
Poco a poco comprenderemos que no nos repudian. 
Al contrario, se interesan amablemente en nosotros, nos sonríen, nos hacen preguntas, y algunas veces hasta nos toman en foto. 
A nosotros y a todos los extranjeros. 
¡Eso aquí, es de lo mas normal!
En Malabar Hill, también se encuentran los Hanging Garden, jardines que reposan sobre las cisternas de la ciudad. Nada realmente extraordinario sino que constituyen el pulmón mas grande de la ciudad. 
En el mismo conjunto se encuentran también las Torres del Silencio, edificios funerarios de la religión parsi. 
Los cuerpos sin vida (impuros) de las personas pertenecientes a esta religión, son expuestos en lo alto de estas torres para que sean consumidos por los buitres. Totalmente imperceptibles e inaccesibles. Desde los jardines, sólo sabremos que las Torres existen. 
Y si se quiere visitar los templos, habrá, como en las mezquitas de Turquía, que quitarse los zapatos. 
Los curiosos pueden acercarse y tomar fotografías del altar de Jain y Mahalaxmi pero sin penetrar al interior del recinto. 
Hablando de mezquitas, el 15% de la población hindú es musulmana. Haji Ali Dargah, es una mezquita heredera de la arquitectura islámica y del rito hindú.
Para acceder hasta Haji Ali Dargah, se debe, a marea baja, recorrer a pie un dique que podríamos llamar el dique de la compasión. 
Largo de algunos doscientos metros, mendigos, lisiados y mutilados, reunidos en su miserable suerte, esperan de cada lado del dique, una rupia por el amor de dios. 
Esas imágenes cargadas de desgracia y de dolor, nos revelan lo que llevamos dentro de nosotros mismos. 
¿Media vuelta, o hacer de tripas corazón? 
¡Eso depende de cada uno!
Una semana en Mumbai nos hará comprender que es aquí donde la palabra Adaptación tomará un verdadero sentido para nosotros, si lo único deseamos es encontrar la expresión más bella de la India. 
¡Su mas bello encanto!
Nuestras maletas y bicicletas, con retrovisores a la derecha, están listos para partir. 
El rescoldo aprensivo otra vez en el estómago!

¡Nuestra aventura y nuestra nueva búsqueda acaban de comenzar!




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